viernes, 20 de junio de 2014

Durero y sus mujeres.

Dibujo a lápiz sobre papel Schoeller Durex de 180 gramos. Tamaño A4. Autor: Alfredo Benavidez Bedoya. El Autor autorretratado como Adán en “La Caída del Hombre“ de Alberto Durero. Estudio a mano alzada del grabado en madera de Durero representando “La caída del Hombre”, ojo que copiar calcando, transfiriendo o proyectando, le quita todo posible aprendizaje a una copia de estudio. A mano alzada hay que hacerlo, alzada como la tiene Adán, que parece estar parando el colectivo 34, cifra mágica de la Ménsula Jovis, del tablero de Júpiter, para así escapar y lograr no caer y caer hasta el fin de los días en los brazos de Eva, aunque parece improbable por la seguridad que evidencia la bella al recibir esa enorme manzana que se la hará tragar entera a Don Adán. La Melancolía. Curiosidades biográficas de Alberto Durero. 2 Durero y sus mujeres. Al grabado La Melancolía, Durero parece dedicarlo a su madre que murió en ese año, pero en realidad, los tres buriles más famosos los grabó en 1513 y 1514, y los tres tienen en sus sistemas simbólicos a la Muerte como compañera ineludible y en los tres aparece un perro, el compañero de Saturno, los melancólicos, los artistas y pensadores. La Melancolía es un estado que remite a la vejez y a la muerte, el grabado del Caballero, la Muerte y el Diablo no necesita explicación y en San Esteban en su estudio, la cabeza del santo está en línea con un Cristo crucificado y una calavera. Fueron unos años melancólicos viendo a su madre decaer hasta morir. A las dos de la mañana de ese año de 1514 Alberto le realizó un retrato patético a esa madre ya moribunda. Durero fue bastante tortuoso y dependiente de sus mujeres, su madre no creo que se haya ocupado mucho de él cuando niño, ya que eran 18 hermanos, si bien quedaron tres vivos solamente; Alberto, su hermano Endres, al cual retrató dos veces y Hans, los últimos dos eran artistas menores. Puede ser que el cariño de los hijos muertos se haya trasladado a los supervivientes dentro del corazón de esa madre tan sufrida y concentrado el mayor afecto en el más dotado, creando entonces tortuosos traumas que nadie pudo analizar, al faltar siglos para que naciera el pequeño Sigmund. Tal vez Alberto, para llegar a su madre desplazó a todos los hermanos con su talento o los fue matando de a uno, hasta llegar a su padre, viejo perro que no lo quería artista, sino como nuevo capitán del taller familiar de orfebrería y que negoció su desastroso casamiento con la gorda avara y mandona de Inés. El padre murió en 1502 y la madre se fue a vivir con Alberto en la casa comprada por los suegros de Alberto. Su madre y su esposa, las dos mujeres de Durero dieron un impulso al comercio de los grabados, dado que en esa época circulaban mucho y en todos los mercados se ofrecían como imágenes accesibles, si bien eran caros pero no tanto como las pinturas. Se sabe que en los mercados de Leipzig y Frankfurt, la madre y su nuera ofrecieron estampas, es más, parece que Durero les trabajaba obediente según la demanda de estampas piadosas, burlescas, con desnudos o de género. Tal vez entre las dos lo tenían dominado y terminó sublimando todo en los estudios matemáticos que emprendió tarde en la vida. La madre, Bárbara Holfer, cayó gravemente enferma en 1513, estaba medio inválida y ciega además. Cuando murió en 1514, lo hizo sola y encerrada en su habitación, teniendo Durero que forzar la puerta para llegar hasta ella, esa puerta ¿ tenía una tranca o pasador interior o una llave?, es un detalle interesante porque las llaves de algunos grabados parecen ser las mismas. La madre tenía 63 años al morir y Durero 43, o sea que lo tuvo a sus veinte años. Su esposa fue Agnes Frey, Inés Frey en castizo, era una joven hija de muy buena familia de Nüremberg, por parte de madre su familia tenía derecho a sentarse en el Consejo de la ciudad y su padre era fundidor, constructor de objetos mecánicos e instrumentos musicales, además era arpista y muy rico. Se casaron por arreglo de los padres y sin su íntimo consentimiento en 1494, pero el suegro le dio doscientos florines al novio, con los cuales se escapó a Italia a los cuatro meses de casado, cuando la peste negra azotaba la ciudad de Nüremberg y la sífilis Italia. De la alcoba de Durero nadie habla, no tuvieron hijos, cuando era lo primero que se buscaba sobre todo en familias pudientes que se querían entrelazar, es raro, pudo ser un impedimento físico de alguno, o ninguna o pocas ocasiones de orgasmo espermático. Gracias otra vez a WIttkower, sabemos que en la correspondencia con su mentor intelectual, gurú filosófico, consejero imperial y humanista erudito Willibald Pirckheimer hay varias menciones propias de juerguistas, muy lejos del neoplatonismo que profesaban, como por ejemplo: “hiedes tanto a ramera que lo puedo oler desde aquí” o ésta más reveladora “Recuerdos de mi parte a nuestro Prior. Decidle que ruegue a Dios que me proteja y especialmente del mal francés. Porque no conozco nada que más tema, puesto que lo padece todo el mundo. Muchas personas están muy desfiguradas y mueren por su causa”, el mal francés era la sífilis, Durero temía a la sífilis, cosa que no debería importarle si le era fiel a su amada y reciente esposa. La sífilis llegó a Europa por Italia y se propagó por toda Europa con una violencia inusitada, violencia que no tiene nada que ver con la actual sífilis, que si bien es peligrosa, no produce los siguiente: “ se les trastornaba el espíritu, aquejaban postración en todo el cuerpo, tenían el rostro de mal color, se les corrompían pronto las partes de la generación (partes genitales), se presentaban pústulas en la frente y a continuación se manifestaba la úlcera en el paladar, luego en el galillo y en los labios, puesto que llegaba hasta el hueso, perdiendo entonces la nariz”. Todo esto llevaba a la muerte, la sífilis fue traída por las tropas de Carlos III en 1494, por eso la llamaron mal francés pero se transformó en epidemia en Italia, en épocas de gran libertinaje. A los 35 años la virulencia de la enfermedad disminuyó pero quedaron muchos incapacitados y sin narices, tal vez de allí las narices postizas y las máscaras venecianas. Todavía se discute si la sífilis vino de América descubierta en 1492 o la llevaron los judíos españoles echados de España y que se instalaron en Italia en el mismo año o los ya mencionados franceses. Eso sí para que se transformara en epidemia se necesitó mucha fornicación y esto de las pestes hay que tomarlo en cuenta en historia del arte, de peste murió el maestro de Durero, Martín Schongauer y el pintor alemán Holbein residiendo en Inglaterra en esta época. A los cuatro meses, como ya está dicho, Durero dejó a su querida madre y a su amada esposa a merced del flagelo de la Peste negra y se fue a pintar hermosas jóvenes venecianas. Abandonó a su joven esposa y no tuvo hijos, más bien parece que no tuvo sexo, si en el viaje a Holanda no comían juntos imagínense a la hora de irse a dormir. En realidad de las cuatro veces que viajó, tres de ellas fue corrido por la peste negra y de esas tres, sólo una la llevó a Inés consigo cuando ya era una gorda matrona, pero dejó a su madre anciana y enferma en casa en medio la peste. Fue en 1512 cuando viajaron a Holanda siguiendo al Emperador para que le renovara la pensión que le tenía que pagar el Consejo de Nüremberg. Tal vez Durero tenía el mal francés regalo de sus correrías por Italia y murió de eso y no de la malaria trasmitida por un mosquito una vez que se fue a las corridas a dibujar una ballena varada cerca de Amberes, ballena que se las tomó antes de que llegara el maestro. Dicen que a raíz de esas fiebres el resto de su vida tuvo mala salud. Tal vez la bruja Inés ocultaba la vergüenza familiar ocultando al fornicador en la enorme casa. Inés fue señalada por muchos personajes como avara, altanera, enemiga de los amigos de Alberto, fea y gorda, pero fue con su dote que se compraron la casa de cuatro plantas y buhardillas para depósito en dos niveles con dos poleas para subir los bultos. Una casa importante cerca de una de las puertas de Nüremberg y de la cual se conserva un preciso dibujo. Tenía en la planta baja la cocina con su tiraje saliendo en diagonal, planta dedicada a los servicios y a la servidumbre, en el primer piso es casi seguro que Durero tenía su estudio, imprenta y talleres, siendo el segundo y el tercero destinado a la familia. La dueña de casa era Inés y hay algunos historiadores que dicen que la Musa de la Melancolía era en realidad ella y esa mirada pensativa pero fuerte sería entonces la Hybris, la Furia femenina, su esposa, el orgullo exagerado cuando se detenta poder, la gorda avara dueña de su casa, con las llaves colgando como sus nalgas o sus otros jamones o sus tetazas pechugonas. “La bolsa denota riqueza y la llave denota poder” anota Durero según Panofsky, a la Musa de la Melancolía le cuelgan seis llaves y dicen que retrató en ella a su mujer y hay otro grabado del mismo año de 1514, donde se ve a una pareja de aldeanos bailando y que yo elegí como mural para la cabecera de mi cama matrimonial; en ese grabado resulta que si miran bien encontrarán que el campesino está todo harapiento, que se le ven los dedos del pie a través de sus zapatos rotos, tiene un gran agujero en la camisa a la altura del codo y la vaina de su puñal, que es de madera está también rota. En cambio su pareja y presunta esposa, está muy bien vestida y calzada, lleva un pequeño puñal con vaina de metal remachado y sonríe a la cámara empuñando la bolsa llena de oro y las llaves que “denotan poder” que son tres. Esa campesina es la esposa de Durero, ninguna campesina pudo tener tres llaves en esa época, son llaves de entrada a la propiedad, de gabinetes interiores y de baúles, cajas o arcones. Los campesinos tenían sistemas de trancas, los mecanismos de cerrajería de metal eran artefactos todavía de cierta sofisticación. Al morir Alberto a los 57 años, muy joven para la época, sus hermanos Endres y Hans con la viuda, se repartieron la herencia al no tener Inés y Alberto hijos propios. Se levantaron 7.000 florines de oro, unos doscientos cincuenta mil dólares de hoy en día. La viuda vendió las acuarelas y las matrices de los grabados se deben de haber usado hasta su destrucción, dado que en la época todavía no se numeraba el grabado en tirajes limitados ni se los firmaba a mano. Se colocaba el monograma dentro de la composición, a veces incorporado a la perspectiva. www.elcodigodelaobramultiple.blogspot.com