martes, 30 de junio de 2015

Grabadores canadienses.



Alrededor del año 1880, en Canadá se gestó una tradición gráfica que todavía hoy sigue viva. Muchos artistas, hombres y mujeres produjeron maravillosas obras que son poco conocidas.  A partir de un excelente catálogo de la exposición realizada en el Museo de Bellas Artes de Canadá en 1996, difundo estas piezas maestras.
Agradezco de paso a los amigos y amigas de Quebec por esas semanas tan lindas en el Canadá hace ya muchos años.
Alfredo Benavidez Bedoya.
Clarence Gagnon. “En noviembre” 1904. 13,7 x 20,9 la plancha. Tinta marrón oscuro.
Clarence Gagnon. “El Mont Saint- Michel” 1907. 19,7 x 24,9 la plancha. Tinta marrón sobre papel Japón.
Ivan Neilson. “El dragado del río Saint Charles en Quebec”. 1913. 20,4 x 30,5 la plancha. Tinta marrón sobre papel china.
John Hammond. “ Recolectores de algas sobre la costa de Carleton”. 1882. 25,4 x 18,4 la plancha.


domingo, 28 de junio de 2015

1916. Tarjetas postales de artista. Rachael Robinson Elmer.






Rachael Robinson Elmer. Gran grabadora americana.
1916. Segunda serie de Tarjetas postales de artista, son seis en total. La primera serie de 12 vistas de New York Love, ya había revolucionado el mundo de la tarjeta postal al agregar colores y por superposición lograr otros. Es el proceso cromático gráfico japonés llamado Ukiyo-É, en el cual se superponían las matrices de cerezos y se imprimían con tintas al agua. En este caso, si bien los paisajes son hermosos y las soluciones tonales excelentes, las tintas que se usaron no tenían pigmentos estables y lamentablemente para disfrutarlas hay que darles nueva vida a los colores, con el photoshop. Rachael nació en 1878 y murió de la “gripe española” como Egon Schiele.
Alfredo Benavidez Bedoya.


miércoles, 10 de junio de 2015

El grabado de la escalera grande.

El grabado de la escalera grande.
Si bien a los que dibujamos escaleras nos adjudican influencias del grabador holandés Escher, o del maestro Piranesi creador de la sensación e idea de infinitud y repetición visual, que luego desarrollaría el mismo Escher. Si bien es cierto que estas influencias existen, porque ambos son excelentes grabadores, no las son menos las de otros grandes que me han influído como: Durero, Goya, todo el grabado medieval y todo el grabado japonés, Doré, Daumier, Valloton, Kate Kollwitz, Grosz, Sergio Sergi, José Guadalupe Posada, Aída Carballo, Américo Balán, Roberto Páez y otros más por si hace falta.
Pero en mi caso, las escaleras y los embaldosados en damero provienen de mi casa natal. Esta escalera, a la que llamábamos “escalera grande” aunque era la única, es una obra de carpintería en un tramo largo, que se curva para enfrentar al visitante, que espera después de entrar y mientras deja los abrigos y las carteras. El descenso desde la planta superior es un tópico aristocrático teatralizado y retomado por la alta burguesía para deslumbrar al visitante. El descanso y el tramo corto están suspendidos en el espacio al igual que todo el hall superior, que en su desarrollo presenta espacios aéreos de gran amplitud.
El embaldosado es un damero oblicuo, detalle sobre el que me llamó la atención Fermín Eguía y que tiene orientación marcando los cuatro puntos cardinales, además este diseño se repite arriba con la misma dirección.
Los personajes del cuadro del fondo son mi padre y mi madre a la manera de Velázquez en Las Meninas con su espejo. Los otros no están claros, puedo ser yo el viejo que baja, la niña mi hermana Nany, muerta hace mucho y el personaje que se ve a lo lejos luego de varias estancias y que también recuerda a las Meninas, puedo también ser yo ya afuera de la casa y libre de su embrujo. En uno de los bocetos aparece un gigante desde abajo de la escalera grande, donde está la entrada al sótano.


Desarrollo y grabado: Alfredo Benavidez Bedoya.