viernes, 16 de mayo de 2014

La Melancolía de Alberto Durero.

“La Melancolía” de Alberto Durero es un grabado a buril sobre cobre realizado a mano por el artista, ya que las xilografía las mandaba a tallar por maestros talladores; que ha intrigado durante siglos a los historiadores. Tiene múltiples lecturas y ángulos de abordaje, su sistema simbólico está anclado en el siglo XVI y en la más remota antigüedad. Al parecer La Melancolía era uno de los cuatro grabados que pensaba realizar el artista, ejemplificando los cuatro humores o personalidades, que creían los antiguos conforman nuestras distintas formas de ser en la vida. Es de señalar que siendo el único que realizó y al ser la Melancolía la elegida, fue sobre ella que Durero evidentemente dirigió su mirada interesada. Los temperamentos clásicos son: el melancólico, el sanguíneo, el colérico y el flemático. Corresponden en ese orden a los cuatro elementos: la Tierra, el Aire, el Fuego y el Agua. También corresponden a las cuatro estaciones del año, las cuatro horas del día y las cuatro fases de la vida. Niñez, juventud, adultez y ancianidad, aunque en el caso de las fases de la vida hay muchas versiones. La Melancolía sería la Tierra, el Otoño, el atardecer y la vejez. El temperamento sanguíneo sería el Aire, la primavera, la mañana y la juventud. El colérico sería el Fuego, el verano, el mediodía y la madurez. Y el flemático sería el Agua, el invierno, la noche y la ancianidad. Como ven se repite la vejez con la ancianidad, creo que es porque la Niñez era difícil de adjudicar a algún temperamento. Además la niñez no era todavía una etapa de la vida a la cuál conferirle entidad propia. Se lo consideraba al niño un irresponsable a ser corregido, un pequeño adulto sin educación ni consciencia de la vida, recién en el Barroco los adultos comenzarán a valorar esa fase primera de la vida. El temperamento Melancólico es indolente, somnoliento, ocioso, triste, holgazán y angustiado según se piensa vulgarmente, pero Alberto Durero nos presenta en esta obra a la Melancolía del Artista. La figura pensativa que vemos es una mujer que representa a una Musa, con varios atributos a su alrededor. Las Musas, las Gracias y las ninfas y las demás, son siempre mujeres poderosas con togas o túnicas generosas, que dejan adivinar cuerpos bien revolcados en el sexo olímpico, matronas fértiles y gozadoras, muy putonas ellas, muy bellas también. Las Musas incluso han generado tipología arquitectónica, pues Museo proviene de Museiom, templo de las Musas, hijas de Mnemosyne, la Memoria. El Museiom fue creado por Ptolomeo I, sucesor de Alejandro Magno en el año 331 antes de Cristo. El Museiom en realidad era mucho más: era una biblioteca, un laboratorio, un zoológico, un observatorio, un jardín botánico y tenía comodidades para los sabios. Mnemsyne, la memoria, en la cultura romana pasó a llamarse Moneta y en el Templo de Moneta se acuñaba la moneda del Imperio. Las siete Artes liberales definidas por Mauricio Capella marcaban el horizonte intelectual clásico, eran la Filosofía o Filología, la Gramática, la Dialéctica, la Retórica, la Geometría, la Aritmética, la Astronomía y agregaban a la Armonía y detrás de ella a la Música. Todas las nuevas Artes que se organizaban por saberes y procedimientos pretendían derivar de las Siete Artes Liberales. En el caso de las Artes Técnicas y entre ellas: la arquitectura, la escultura y la pintura pretendían derivar de la Geometría, teniendo por tanto al intelecto matemático como fuente de legitimidad y soporte teórico y no meramente la destreza manual. Porque los artistas plásticos querían escaparle al artesanato, a la actividad manual impropia de caballeros, dado que en el Renacimiento y de la mano de la noción de genio, la movilidad social de los artistas hacia arriba era ya un hecho. La siete Artes Liberales de Capella se subsumieron o resumieron en la Edad media en los que se llamó el Trivium y el Cuadrivium, el grado Ternario y el grado Cuaternario que conforman los siete niveles del conocimiento; siempre tomando al siete como el número del orden completo, del período completo o del ciclo completo. El siete suma el Ternario y el cuaternario, el 3 y el 4. Al 3 se lo considera el primer número en tener un principio, un medio y un final, representa la Trinidad y se lo considera por eso fuente primera de toda Bondad. Al 4 se lo relaciona a los cuatro elementos (agua, aire, tierra y fuego), con las cuatro estaciones del año, con las cuatro virtudes cardinales, que eran tres: la Justicia, la moderación y la Valentía, hasta que Platón las redefinió en cuatro: Justicia, Prudencia, Fortaleza y Templanza, al 4 también se lo vinculaba a las cuatro clases de seres: ángeles, demonios, criaturas animadas y vegetales y a los cuatro temperamentos, humores o personalidades del hombre ya citados. La pirámide de conocimientos y su correlato académico e institucional se fundaron en el Trivium y el cuadrivium y la prueba es que aún hoy se habla en la academia universitaria del grado ternario y cuaternario (grado y posgrado). El Trivium estaba compuesto por la Gramática, la Retórica y la Dialéctica y el Cuadrivium por la Aritmética, la Geometría, la Música y la Astronomía. La Astrología estaba asociada a la Astronomía y la Alquimia ocupaba el lugar que hoy tiene la Ciencia, pero obviamente conformada por saberes ocultistas simbólicamente asociados con pensamientos pitagóricos. (Continuará). Texto: Alfredo Benavidez Bedoya.